Pues nada, continuo con esta especie de diario...
Este mes se hace durete, especialmente cuando el tiempo no acompaña y los corzos no se mueven. Sigo con mi confinamiento voluntario en el bosque de la umbria. Ya tengo casi una trocha hecha por mi, por la que una y otra vez recorro despacio el bosque.
El porque de esta obsesión empezó un par de años atras con un corzo al que después de muchos intentos, siempre me acababa pillando, y era incapaz de tirarle. Siempre le veía entre el bosque, mirándome fijamente de frente, segundos antes de despedirse con una tanda de ladridos hasta el próximo dia. Siempre he pensado que no tengo paciencia para hacer esperas, pero últimamente me he dado cuenta que recechar por el bosque una y otra vez requiere aun más paciencia!
Una de las cosas que más sorprendia era su territorialidad. En tres años prácticamente todas las salidas al campo le veía en su dormitorio, una zona que no sería más grande que un campo de baloncesto, que estaba en medio de un robledal enorme. Sus rascaderos, camas, su hembra,... creo que no he intimado tanto con un corzo como con él. Tenía incluso una marca en mi trocha a partir de la cual tenía que extremar las precauciones, pero daba igual que siempre me pillaba. Es más no sabia ni como eran sus puntas, solo le veía siempre de frente mirando y veía su anchura, una anchura inconfundible.
Hay que reconocer que no es nada facil de acercase a un corzo rechando y verle antes de que él te sienta en un terreno tan cerrado.
Aunque la sensación cuando aparece entre los arboles una mancha marron a pocos metros es alucinante.
Y no es solo verles, encontrar una linea de tiro con un proyectil tan inestable como una flecha es ya la pera!
Continuare cuando saque otro rato,
Suerte a todos en el campo,
Pedro Ampuero
Pedro!!! que relato!! you should also try a career as a writer, I'm pretty anxious here to read and see the upcoming chapter!!!
ResponderEliminarCongratulations
Ticiano
Muy bueno Pedro, bonitas fotos además.
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